El suicidio se puede definir como una solución drástica a un sufrimiento psicológico intolerable. La persona se siente abrumada por la situación, sin recursos ni capacidad de afrontamiento, y, al no ver otra salida, decide terminar con su vida.
Existen dos pensamientos distorsionados que suelen prevalecer en personas con ideas suicidas:
1) Creen que el sufrimiento será interminable y están sin esperanza.
2) Piensan que su pérdida será fácil de superar para sus seres queridos e incluso consideran que les están haciendo un favor, ya que creen que sus allegados estarán mejor sin ellos.
Identificar los factores de riesgo es crucial para detectarlos y actuar en consecuencia. Cuántos más factores de riesgo converjan en una persona, mayor será la probabilidad de que presente conductas suicidas. Los principales factores de riesgo incluyen:
a) Factores personales: Son aquellas características individuales que aumentan la probabilidad de que una persona considere o intente suicidarse. Estos pueden ser de naturaleza psicológica, biológica o social, e incluyen trastornos mentales, antecedentes de intentos de suicidio, consumo de sustancias, aislamiento social, desesperanza, entre otros.
b) Factores familiares: Involucran aspectos dentro del entorno familiar que incrementan el riesgo de suicidio, como dinámicas disfuncionales, antecedentes de salud mental en la familia y la presencia de situaciones conflictivas o traumáticas en el hogar.
c) Factores sociales: Son condiciones del entorno social que influyen en las relaciones interpersonales y las experiencias dentro de la comunidad. Como aislamiento social, estigmas y discriminación, acoso escolar o laboral y exposición a eventos traumáticos o estrés prolongado.
Antes de intentar suicidarse, muchas personas manifiestan una serie de señales de alerta que pueden ser identificadas para minimizar los riesgos:
Señales de alerta verbales:
- Comentarios negativos sobre sí mismo o sobre su vida.
- Despedidas verbales o escritas inesperadas.
- Comentarios sobre el acto suicida o muerte.
Señales de alerta no verbales:
- Cambios repentinos en la conducta.
- Desinterés por actividades que disfrutaban.
- Actitudes pasivas, apatía o tristeza extrema.
- Aislamiento.
- Consumo inusual de alcohol o drogas.
- Regalar objetos personales y valiosos.
- Cerrar cuentas de redes sociales.
¿Qué hacer ante una situación de riesgo? La prevención del suicidio requiere estrategias claras y una intervención rápida y decidida:
1) Tener disponibles teléfonos de emergencia o de ayuda.
2) Limitar el acceso a posibles medios letales, retirando objetos peligrosos del entorno.
3) No dejar sola a la persona, ya que los sentimientos de rechazo y soledad son un factor clave en las ideas suicidas.
4) Fomentar la comunicación abierta sobre sus pensamientos y emociones para aliviar la tensión y el estrés.
La detección temprana y la intervención adecuada pueden salvar vidas. Estar atentos a las señales de alerta y actuar con empatía y determinación es fundamental para brindar apoyo a quienes lo necesitan.