Es un examen que permite detectar problemas en la actividad eléctrica del cerebro, lo que se conoce también como ondas cerebrales. Genera un registro de la actividad eléctrica de las neuronas mediante la colocación de electrodos que son capaces de leer estas pequeñas descargas.
Generalmente se indica este estudio para determinar la presencia de convulsiones y el tipo de convulsión, para evaluar traumatismos craneales, focos de epilepsia, estados de confusión, tumores, infecciones, enfermedades degenerativas como el Alzheimer y cambios anormales en la química corporal que afectan al cerebro.
También permite detectar anomalías en la actividad eléctrica del cerebro típicamente producidas por intoxicaciones, consumo de drogas, enfermedades inflamatorias, vasculares, tumorales o degenerativas. Se puede utilizar también para evaluar trastornos del sueño y pérdidas del conocimiento. Habitualmente se utiliza para certificar la inactividad del cerebro en casos de coma profundo y determinar la muerte cerebral de un paciente.